Un estudio de Markos Jellinek de la Universidad de la Columbia Británica y de Matthew Jackson de la Universidad de California en Santa Barbara, sugiere tener en cuenta otro parámetro par determinar la habitabilidad de un planeta, su composición química global. Esta hipótesis se basa en que dicha composición influye en la abundancia del Uranio, Torio y Potasio de sus rocas e influye también en la creación de sus placas tectónicas.
Hasta hace relativamente poco, el estudio de la composición química de nuestro planeta se basaba en las condritas, que eran una especia de meteoritos rocosos, y se consideraban los "ladrillos" de nuestro planeta. No obstante, hace poco un estudio demostró que la base de la Tierra podía estar compuesta por otro material distinto a las condritas.
En el 2013 un trabajo de Jellinek y de Jackson demostró que el uranio de había reducido en un 30 %, esto quería expresar que si hubiera subsistido todo el Uranio ahora mismo solo habría una gran placa litosférica lo que produciría un efecto invernadero extremo debido el exceso de emisión de CO2 ya que hubiera existido una mayor actividad volcánica.
Según investigadores la vida térmica y la tectónica de placas están unidas, y si bien, el Uranio, Torio y Potasio regula la actividad de las placas, para buscar planetas que puedan albergar la vida, habría que empezar a fijarse en un nuevo parámetro.
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